Con una trayectoria de más de veinte años dedicado a la fotografía nupcial, desde el principio Javier se interesó por la capacidad de parar el tiempo y conseguir que un instante se convirtiera en algo eterno. Cree que esa es la magia de este oficio, el cual ha tenido la suerte de poder vivir en disciplinas muy distintas, siempre ligado al fotoperiodismo y la fotografía documental. Por eso, desde que empezó, se sintió atraído por las bodas, porque cree que son una oportunidad fantástica para contar una historia en la que se conjugan la sensibilidad, las emociones y los recuerdos que se convierten en la historia de las personas.
Javier, ¿Qué destacarías de tu trabajo?
Ser fotógrafo de bodas es una responsabilidad y una oportunidad. Responsabilidad por saber que una pareja confía en ti para guardar los recuerdos de un día clave en su vida: cuando pase el tiempo, la imagen que tendrán de su boda será la que mi equipo y yo les hayamos entregado y el hecho de poder construir la memoria de una familia es algo mágico. Por eso, considero que mi trabajo es también una oportunidad: la ocasión de vivir de cerca emociones y sentimientos únicos no está al alcance de todo el mundo y nosotros tenemos la suerte de disfrutarlo.
Cuando termino de realizar una boda con mi equipo, al finalizar el día, siento una grandísima ilusión: ver a los novios felices es el motor que nos impulsa y en torno a ello gira cada minuto de nuestro trabajo, no sólo el día de la boda sino durante todos los meses que estamos cerca de las parejas para preparar cada detalle.
A día de hoy, con la situación tan difícil que estamos viviendo todos, lo que quiero destacar es mi agradecimiento a quienes siguen adelante con sus planes de boda. Su ilusión, su empuje y su responsabilidad hacen posible que nos pongamos detrás de la cámara.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Tener la oportunidad de poder contar una historia y hacerlo desde el punto de vista documental, sin intervenir en lo que está sucediendo, sino simplemente como testigo, captando lo que sucede ante mi cámara, es lo que más me atrae de la fotografía en general y de las bodas en particular.
A lo largo del día de una boda, suceden muchos instantes maravillosos que nos dan la oportunidad de desafiar nuestra creatividad. Una boda son emociones, sentimientos, colores, espacios, gestos… todo un universo de estímulos que me gusta reflejar. Y siempre con la luz como gran aliada para conseguir plasmar la magia de los momentos.
¿Cómo es el proceso con tus parejas desde que contactan contigo hasta que les entregas las fotos de su boda?
Mi máxima es la atención personalizada: en torno a ello gira todo.
Cuando recibimos una petición de presupuesto, lo primero que hacemos es contactar personalmente con la pareja y conocer los detalles de su boda para poder realizar una propuesta a medida de lo que desean. En esta parte del proceso consideramos fundamental mostrar nuestro trabajo de la manera más amplia posible: a la hora de elegir los profesionales que hagan las fotos y el vídeo de tu boda no debes limitarte a lo que puedas ver en redes sociales o páginas web, porque el reportaje es mucho más amplio y la manera de contar la historia completa es lo que diferencia unas marcas de otras.
Una vez que las parejas nos eligen, firmamos un contrato en el que aparece detallado cada aspecto que puede influir en el reportaje de boda: desde el número de fotos o vídeos que entregamos hasta cómo proceder en caso de aplazamiento, pasando por plazos de entrega o autorizaciones de publicación.
Hasta la fecha de la boda nos gusta ir hablando con las parejas para poder ayudarles en cualquier aspecto en el que necesiten asesoramiento y, cuando ya se acerca el gran día, mantenemos una reunión en la que planificamos horarios y establecemos de manera conjunta cómo se realizará el reportaje. El objetivo es que captemos cada momento siempre de manera cómoda para los novios, que sientan que todo fluye sin que apenas se den cuenta de que trabajamos.
¿Con cuánto tiempo crees que es necesario buscar y reservar fotógrafo para la boda?
La reserva del reportaje de boda depende de muchos factores, pero fundamentalmente de la demanda. Hay meses que tradicionalmente son muy intensos en celebraciones, como junio o septiembre.
A ello hay que sumar que, dadas las circunstancias que todos conocemos en torno a la Covid, en 2021 se han juntado las bodas de dos temporadas: la natural y la aplazada de 2020. Esto quiere decir que la demanda es mucho mayor y, por tanto, cuanto más te anticipes para reservar tu reportaje de boda, más garantías tienes de asegurarte la fecha.
Una de las cosas que más les importa a los novios, es que las fotos salgan con naturalidad y reflejen los sentimientos que se están viviendo en ese momento, ¿cómo asesoras a los novios para que ese día se relajen y se dejen llevar?
Para que alguien se comporte con naturalidad delante de la cámara de un profesional tiene que haber una labor previa de conocimiento.
Para mí es fundamental conocer a las parejas, hablar mucho con ellas y que, cuando llegue el momento, puedan soltarse conmigo y no sentirme como un extraño.
¿Qué consejos le das a aquellas parejas que son un poco tímidas y/o que no están acostumbradas a posar ante la cámara?
En mi caso, una de las claves para romper el hielo y que las parejas se sientan naturales ante la cámara es realizar sesiones de preboda.
Esto hace que se diviertan, que vivan el reportaje como una experiencia diferente para disfrutar. Y al mismo tiempo, durante esta sesión, yo voy dándoles consejos para sentirse mejor delante de la cámara.
Javier, aunque el estudio lo tenéis en Madrid, trabajáis por toda España, ¿cuáles son los lugares que os han parecido más bonitos cuando habéis cubierto una boda?
Trabajamos por toda España… ¡y también en otros países! Siempre estamos dispuestos a conocer nuevos lugares para contar historias de amor.
Desde París hasta Oporto, pasando por Sevilla (una ciudad a la que no me canso de volver), Gijón, San Sebastián, Cádiz, Córdoba, Jaén, Almería, Granada… hemos tenido la fortuna de poder disfrutar de enclaves magníficos y esa es una de las grandes suertes de realizar un trabajo como este.
Sin embargo, considero que lo más importante en un reportaje de boda son las personas. Sus emociones, sus sentimientos, sus vivencias, sus raíces.
Para terminar, ¿qué consejos les darías a los futuros novios para el día de su boda?
Mi consejo es muy sencillo: respirar y vivir.
Preparar una boda supone meses de estrés, un sinfín de historias para sorprender a los invitados, mil detalles que cuidar… y cuando llegas al gran día hay veces que el agotamiento o la preocupación hacen acto de presencia. En ese momento hay que respirar hondo y pensar qué te ha llevado hasta ahí: el amor por la persona que quieres y las ganas de disfrutar de un día mágico.
En el día de la boda las parejas han de tener claro que lo importante son ellas y que todos los demás estamos para hacerlas felices y para ayudar a que cada instante sea único. Todo pasa muy rápido y hay que vivirlo con intensidad y emoción: ahí estaremos nosotros para que esos momentos fugaces se revivan una y otra vez en las fotos y el vídeo de la boda.